lunes, 30 de diciembre de 2013

Nunca te fíes de un líder espiritual que no sepa bailar




"Nunca te fíes de un líder espiritual que no sepa bailar" 
(Mr. Miyagi)





Alejandro Solalinde sabe bailar. Al menos, lo parece. Sonríe a cara abierta y calzón quitado y eso hace que sepa o no sepa, lo parezca. Esto iba a ser un post con foto, con esa mágica imagen que captó Dani Ojalvo y que habla por sí misma. Esto no debería hablar del Padre Solalinde porque para hablar del Padre Solalinde tendremos que hacerlo larga y concienzudamente en alguna historia más adelante, pero era inevitable destacar la foto de hace algunos domingos en la que, como uno más, porque eso es lo aparenta ser, cree y casi te hace creerlo a ti, participó de los juegos y bailes que se desarrollaron en la mañana.

Alejandro Solalinde sabe bailar porque nunca te puedes fiar de un líder espiritual que no sepa bailar. He conocido bastantes líderes de poco espíritu y muchos más gurús de espíritus perdidos, pero el Padre Solalinde baila y baila porque es de fiar, y es un líder como pocos. Probablemente en unos años sabremos si estamos conviviendo con un hombre extraordinario o con algo incluso más importante. Pero es un líder espiritual como nunca hemos visto. Una persona que de tan humilde y normal, te impresiona con su enorme dimensión. 

Alguien que se comporta como si nada ocurriera cuando todo lo que pasa a su alrededor es extraordinario y que te hace pensar que eres más de lo que eres porque se acerca a ti, te abre su corazón para que tú le des el tuyo sin darte cuenta, hablando como si fueras algo más que un insignificante personaje que pasa por ahí a echarle una mano en lo que puedas. Alguien que consigue que no veas a dos guardaespaldas que van a su lado día y noche porque ilumina a su alrededor, debe de saber bailar mejor que nadie.

Alguien que  te hace sentir cómodo a su lado y te suelta una broma que te descoloca antes de que tú te plantees estar hablando con una autoridad a todos los niveles, sobre todo el moral, con la que quizás deberías hablar con más respeto, te demuestra que has estado malgastando respetos y cortesías con inmundicias “éticas” que no lo merecían. Sobre todo contigo mismo por las mañanas cuando te ves en el espejo.

Quizás no sea el momento de valorar la figura de un hombre que un buen día decidió jugarse el pellejo y recoger a migrantes bajo un árbol para acompañarlos, mimarlos, hacerles ver que juntos estarían más seguros, que valían más de lo que le estaban pidiendo para no perder su vida en pos de un sueño inalcanzable, donde, poco a poco, años después se ha ido construyendo un verdadero oasis en uno de los caminos más peligrosos del mundo. Quizás es una anécdota que sea un hombre que sonríe cada vez que oye nombrar al Papa Francisco porque lo considera una luz única y diferente en una jerarquía eclesiástica que él deplora en todos sus estamentos hasta el punto de ser conocido más por sus palabras altisonantes por hablar con quién sea, incluso la Revista Playboy, y reconocer sin ambages que es más hombre que nadie, aunque algunos lo veamos bailar y sepamos que podemos fiarnos de él como un auténtico líder espiritual.

Alejandro Solalinde sabe bailar. Es uno de los muchos motivos por los que te puedes fiar de él. Seas quién y cómo seas… 
A mis pruebas me remito.




martes, 24 de diciembre de 2013

Esta noche es Nochebuena (aunque para vosotr@s ya es Navidad) saca la pinche bota María que nos vamos a felicitar


Pues sí.

Que queríamos hacer un post con título muy largo para recordar que seguimos por aquí. Que cuando estéis cenando en familia, con los derroches típicos de estas fechas, nosotros estaremos tomando unos frijolitos y unos arroces rodeados de maravillosas y maravillosos migrantes centroamericanos, voluntarios alemanes, gringos, mexicanos, el Padre Solalinde y sus guardaespaldas.




Pues eso.

Que en la distancia os recordamos y os deseamos lo mejor. Que lo hacemos todos los días aunque a veces no lo parezca, no sólo en estas fechas. Que queríamos una excusa como puede ser este día para comentaros que estamos bien aunque la Navidad es muy diferente lejos de vosotras y vosotros.

Pues claro.

Que esta noche es Nochebuena (aunque para vosotras y vosotros ya es Navidad) y que os queremos mandar un puñado grande de pinches buenos deseos. Tan buenos y tan pinches como los queremos para nosotros. Que seguimos al pie del cañón (o de La Bestia para ser exactos) y que brindaremos a vuestra salud con algún buen mezcal (pero fuera del albergue que aquí dentro no se puede), cuando para vosotras y vosotros sea el momento de la Comida de Navidad y nosotros os echemos de menos en esta extraña Navidad lejos y en manga corta.




¡Salud y buenos alimentos!
¡Besitos para ellos y abrazos para ellas!



martes, 17 de diciembre de 2013

Lección de vida: Caravana de las madres





Este fin de semana no ha sido como los demás. Sabemos que por mucho que lo intentemos, nunca podremos estar ni cerca de sentir lo que es ser un migrante que busca un sueño cruzando México. Estamos seguros de que hay muchas cosas que nunca llegaremos a comprender porque es imposible ponerse de manera completa en el papel de muchas centroamericanas y centroamericanos con los que convivimos a diario desde que llegamos aquí. Pero si todo eso ya nos parece algo lejano y difícil de aprehender, la llegada de la Caravana de las madres centoamericanas buscando a sus migrantes desaparecidos “Emeteria Martínez”, nos demuestra que no sabemos prácticamente nada.
 
 
Coraje.
Lucha.
Dignidad.
Memoria.
Grito.
Esperanza.
Rabia.
Denuncia.
Fuerza.
Vida.


 

 
 
Muchas palabras pueden usarse para hablar de lo que es esta caravana y lo que representa. El viernes, tras un periplo que comenzó el 2 de Diembre llegó al Albergue “Hermanos en el camino” de Ciudad Ixtepec esa caravana que se compone de madres, un hijo felizmente hallado, organizadores y colaboradores, y multitud de periodistas. Muchos periodistas.



 
 
La miradas tristes. Las sonrisas. La mezcla de la ilusión de tratar de conseguir algo con el terrible drama de la realidad que indica que las posibilidades son ínfimas. Los gritos de ánimo. La garganta clamando justicia y porfiando por ser escuchada aunque nadie parezca querer oír su voz. La caravana denuncia el “crimen autorizado” que se está imponiendo en México. El crimen organizado goza de tal impunidad y está tan extendido y legitimado que ha pasado a ser llamado por las madres, “crimen autorizado”.

 

 
 
Emeteria Martínez da nombre a la caravana de este año. Emeteria fue una luchadora que representa en su figura todo lo que las madres que componen la caravana son. Una madre que luchó por encontrar a su hija por más de veinte años y que la encontró cuando nada indicaba que pudiera llegar a hacerlo, en el año 2010. Murió el año pasado. En el recuerdo y en los carteles colgados en el pecho de los migrantes que reciben a la caravana, su cara y su nombre. Emeteria acompaña y guía, pero todas porfían y no desesperan en su búsqueda.



 
 
Son recibidas con las mejores de las sonrisas y el mayor del cariño el viernes a la noche en el Albergue.  Al día siguiente visitan las cárceles de Tehuantepec y Juchitán. Cárceles donde se pretende encontrar cualquier pista sino a alguno de sus familiares. La sensación que nos embarga al penetrar en los penales, tras superar los muros que “protegen” a la sociedad de los que deben pagar por sus faltas es de lo más desasosegante y turbadora. En Tehuantepec dicen sólo contar con 8 reclusos centroamericanos. Todo el que haya pasado por aquí sabe que eso es bastante improbable y que el número debe ser mucho mayor. En Juchitán hay más suerte y dejan a las madres interactuar “libremente” (palabra que deja una bonita paradoja dicha en el interior de una cárcel) con los reclusos, enseñando las fotos de sus familiares bus-cados, hablando con todo el que quiere hacerlo. Puede haber suerte. Parece que hay una pista fiable de uno de los buscados. A lo largo de la caravana han aparecido seis personas. Incluso un joven acompaña a su madre en la caravana tras reencontrarse después de casi diez años sin verse al inicio de la marcha de este año. El chaval habla a los presentes con la templanza del que ya ha tenido que dar más de cincuenta entrevistas y la sonrisa de recuperar el brillo de los ojos de una madre que no cejó en el empeño de encontrarlo, por mucho tiempo que hubiera pasado. En los nueve años que lleva la caminata las madres han logrado reencontrar unos doscientos migrantes centroamericanos, sin embargo, siguen siendo miles los que permanecen desaparecidos y son buscados por sus familiares. Ellas denuncian que sus hijos son extorsionados, robados, golpeados, violados, arrojados del tren, secuestrados y depositados en fosas clandestinas o comunes que definen como una "masacre". Además, denuncian que en sus lugares de origen existen familias que sufren desoladas por la búsqueda de sus familiares, cuya última comunicación provino de algún lugar de México. Con esta caravana, exigen al gobierno mexicano que investigue el paradero de sus familiares y a los responsables que les hayan hecho ese daño, sean funcionarios o no. Asimismo, exigen que se supriman las visas o que otorgue visas razonables accesibles a la gente pobre, y que se pueda transitar por México sin ser atracados o asesinados.


 
 
Hay ciertas cosas que te reconcilian con el mundo. Igual que hay crueldades humanas que te hacen dudar de tu especie y desees haber nacido perro o sanguijuela. Pero ver a estas madres no desfallecer en su lucha, a pesar de su precariedad económica, a pesar del pasar de los años que se aumenta con el dolor de la ausencia.


 
 
Deberíamos contar muchas más cosas. Tendríamos que querer más a nuestras madres. Necesitamos sonreír porque hay personas que lo pasan mal y no dejan de hacerlo y luchar con todas sus fuerzas. El mundo sería un poco mejor si todas y todos lo tuviéramos más claro.


 


 
¡Gracias madres!

 






miércoles, 11 de diciembre de 2013

A lo lejos no se ve la otra orilla









"Y allí todo brilla,
y allí todo encaja bien.
En esta orilla
yo no hago pie"



Cantaban Los Enemigos en "La otra orilla" sobre lo que significa ver a lo lejos un sitio donde todo brilla, donde todo encaja bien. Cantaban a la otra orilla porque en esta no se hace pie.

Anoche estuve hablando con un par de migrantes que me preguntaban por la situación en el Estrecho de Gibraltar, sobre la llegada de emigrantes por esa vía a España. No supe bien qué contar. Nunca sé bien qué contar a personas que se juegan la vida pensando que en la otra orilla todo brilla y encaja bien porque soy de los que saben que el gran hermano gringo es cualquier cosa menos luminoso, y sólo encaja bien lo que quieren que encaje bien, que no suele estar destinado a sin papeles centroamericanos. Pero no soy quién para valorar que el brillo y el encaje que se ve a lo lejos sea provocado porque en su orilla no se haga pie.




Como siempre que que tengo problemas de comunicación y no puedo expresar algo porque no lo tengo claro o porque no sé qué es lo que quiero o tengo que transmitir, me decidí a contarles un cuento. Les prometí que sería corto y que les iba a gustar mucho. Se hizo la noche y empezaron a zumbar los zancudos a nuestro alrededor, pero se quedaron aparentemente interesados en lo que les iba a contar. Comencé el cuento:

"Érase una vez, en un tiempo muy muy lejano, una niña muy feliz a la que querían mucho sus papás y que sonreía todo el tiempo. La niña jugaba y reía a todas horas, y me pueden creer si les digo que no podrían imaginar a nadie con una sonrisa más bella que la suya. 

Pero la mamá y el papá de aquella niña tenían un gran problema cuando llegaba la noche. Por más que se empeñaban, no conseguían que la niña no perdiera la sonrisa antes de dormir. Intentaron todo lo que sus papás y abuelos habían probado con ellos. Le cantaban, se acostaban a su lado, trataban de dormir en el campo viendo las estrellas, jugando... Pero nada funcionaba. En cuanto llegaba la noche, la niña perdía la sonrisa y la felicidad, tenía miedo a dormir y no descansaba. Le contaron cuentos de todo tipo, le narraron historias y representaron pequeños teatrillos... 

Y nada.

Pero una buena noche, sin saber cómo ni por qué, ya desesperada y sin ganas de más, la mamá le cantó una canción de cuna muy muy triste y la niña pareció disfrutar, sonreír y se quedó dormida muy plácidamente. Ahí vieron la solución. Comenzaron a cantarle y escribirle las canciones de cuna más tristes y tenebrosas que se les podían ocurrir. Y volvieron a ser felices toda la familia. No sólo por los maravillosos días, también en las oscuras noches. 

Tanto y tanto disfrutaban con la situación que papá y mamá no podían hacer otra cosa durante el día que pensar en nuevas canciones, en imaginar tristes y terroríficas nanas. Tanto, que al papá lo tacharon de loco porque decía que no podía hacer otra cosa que escribirle a la niña, una canción de cuna tras otra. No podía escribir nada sin que acabaran saliendo en ello arañas, serpientes o bichos que no tienen cabida en una cuna normal, ni en la vida diaria. Le pidieron que siguiera esforzándose, que no se olvidara de vivir sólo por la sonrisa de su pequeña, que escribiera pensando en todos, que viviera... 

Pero ni siquiera así lo conseguía. Quizás por eso no lo conseguía. Pero eso sólo lo empezó a saber más tarde..."




De repente miré a mi lado y no había nadie. No pude terminar de contarles el cuento de la niña feliz que necesitaba canciones de cuna tristes y tenebrosas para no dejar de sonreír por las noches. El sonido de la Bestia, aunque retrasado porque ya habían pasado las dos y media de la mañana cuando se esperaba dos horas antes, cambió toda la vida del albergue e hizo que me descubriera sólo con mis palabras en la boca sin nadie a quién contárselas.

Probablemente se aburrieron. Seguramente no podían dejar de pensar en la otra orilla, por más que ver la voracidad del mar sea suficiente para que yo no lo entienda. 

Estoy convencido que lo que a mí me pasa cuando hablo con ellos es que todavía no he sentido que en esta orilla yo no hago pie. 

Pero seguiré escuchando a quienes tantas ganas tienen de hablar conmigo. Y seguiré contando, porque quizás un buen día, cuando menos me lo espere, consiga terminar mi cuento. Sea en la orilla que sea, porque los cuentos, cuentos son...


"Cuando tú quieras,
cuando tú quieras
parecen decir..."



B.S.O.: "La otra orilla" (Los Enemigos)




jueves, 5 de diciembre de 2013

Día Internacional del Voluntariado (Y apunte deslavazado sobre los perros mexicanos)






En España, nuestro país de origen, todo el mundo estará pendiente de terminar cuanto antes sus labores para salir de puente inmediatamente. La crisis no resta la “necesidad imperiosa” de salir por ahí en cuanto se acumulan unos días de asueto. Que la cuarta parte de la población esté en paro no se nota cuando llegan los festivos. Hoy es 5 de Diciembre y muchísima gente en los atascos a la salida de las grandes ciudades no se habrá percatado o, incluso, ni sabrá que se celebra el Día Internacional del Voluntariado.

Tras despertarnos conociendo el dato, nos preguntamos si al ser nuestro día tendríamos fiesta o si simplemente lo celebraríamos intentando que todo lo que nos rodea tenga un motivo de celebración en algún momento. Tras unos segundos de confusión, que a algunos nos parecieron horas, decidimos no dar mucha importancia esta fecha, felicitarnos efusivamente y publicar un avance de las reflexiones que estamos haciendo acerca de la realidad y la figura del  perro mexicano, que tanta fascinación nos produce y para el que estamos preparando un estudio de esos que salen de vez en cuando en mitad de los telediarios, firmados por alguna importante universidad estadounidense como la “Famosa y No Existente Universidad de Eaton”.

En primer lugar, aunque la aclaración sobre, es mucho el tiempo que vamos a pasar por aquí y queremos dejar bien claro que cuando hablamos de perros mexicanos nos referimos al animal de cuatro patas, de esos que son considerados el mejor amigo del hombre.

También hemos de aclarar que el tiempo por aquí es bastante caluroso y el sol hace estragos en las cabezas poco preparadas, por lo que si alguien se está preguntando la lógica que enlaza el Día Internacional del Voluntariado con los perros mexicanos, que deje inmediatamente de hacerlo no vaya a quedarse como nosotros, que todo es contagioso (Incluso en la distancia).


Perros mexicanos y voluntarios güeros

A esto le añadimos que en anteriores historias de este blog prometimos que incluiríamos más fotos y que dado el poco seguimiento del mismo nos podemos permitir ciertas licencias porque no estáis por la labor de acompañarnos y hacernos sentir queridos, leídos y seguidos, pues salen cosas como esta. Todo para celebrar el Día Internacional del Voluntariado.

El Albergue “Hermanos en el camino” está lleno de perros mexicanos. Dicen los que lo conocieron este verano, que la población de gatos y perros ha aumentado ostensiblemente en unos meses. Pero en nuestro estudio nos hemos centrado exclusivamente en la figura de los perros, por la fascinación que nos produce su nula actividad y su escaso temor a la muerte por atropellamiento o pisotón en la cabeza llevados por una reticencia casi espartana a moverse en ninguna circunstancia.

Perros mexicanos y Pepe (Cayetano)


El perro mexicano no se mueve aunque vea la salvación a diez centímetros de su hocico. 


Perros mexicanos en su estado habitual 


El perro mexicano representa todos los valores de la pereza como pecado capital único y primordial (Aunque vista su capacidad reproductiva digna de conejos, podríamos empezar a estudiar su lujurioso comportamiento, pero ese puede ser tema de otro estudio que no emprenderemos hasta que veamos a algún perro tener actividad sexual, cosa que nos parece casi imposible dada su inexistente disposición al movimiento canino).

Perro mexicano en estampa para foto
de portada de Facebook o de algún disco.


El perro mexicano puede dormir prácticamente en cualquier sitio. Solo necesita estar vivo para hacerlo. Incluso pareciendo lo contrario lo consigue hacer.


Perro mexicano alterado y nervioso (Imagen inédita y de riesgo)



El perro mexicano de ciudad es igual que el de campo. Al menos en la tendencia a no moverse y reposar eternamente en cualquier sitio.


Perro mexicano que mostraba cierta actividad
aunque en la foto y al ojo humano
sea casi imperceptible


El perro mexicano no ladra porque requiere mover las mandíbulas. Los pocos ladridos que hemos oído a pesar de estar rodeados de ellos, provenían de perros encerrados en alguna finca. Sospechamos que sus orígenes no son del país y que han sido contratados del extranjero para cumplir unos mínimos que ningún perro mexicano puede ofrecer como es ladrar cuando alguien se acerca a la entrada de la propiedad o contestar a las demandas de algún otro perro vecino (Sin duda también foráneo).


Perro durmiendo en puerta de una tienda,
con señora que capta el objetivo
y dependienta al tanto tras el mostrador


El perro mexicano tiene la maravillosa capacidad de, sin hacer nada, conseguir que una importante universidad americana nos financie un estudio sobre él y sus costumbres.


Perro investigador (Seguramente extranjero)


El perro mexicano es la excusa perfecta para dejarse llevar por la calima del Diciembre Istmeño y no querer moverse bajo pena de catapulta. Incluso esto de teclear ya nos está pareciendo un infernal esfuerzo desproporcionado y nos vemos obligados a dejarlo.


¡FELIZ DÍA INTERNACIONAL DEL VOLUNTARIADO!



miércoles, 4 de diciembre de 2013

El cuento de Erick




Esta no es una historia como todas las demás. Por aquí ninguna historia se parece a otra, pero la historia de Erick es diferente porque es la de Erick. Es el cuento que Erick quiso que contáramos.

Ayer se fue del Albergue. Rumbo a Oaxaca donde su madre le ha conseguido un trabajo haciendo todo tipo de labores en la finca de un señor. Su madre, la que le espera en EEUU hace algún tiempo, con su padrastro. Sus palabras dicen a trabajar en una casa, en un terreno. En Oaxaca, o por ahí. Haciendo cosas

Esta es la historia de Erick y ni siquiera lo hemos presentado:




Erick tiene una limpia y fascinante sonrisa. Una risa que te obliga a acompañarla a cualquier sitio que quiera ir, sin que puedas decir que tienes cosas mejores que hacer. No te invita con ella, te coge de la mano y te arrastra. Un cuerpo joven de mediofondista alargado por unos encrespados y rizados cabellos que luchan por agarrar el sol o lo que haya más arriba, aunque en ocasiones se oculten bajo ineficaces gorros.

Es Salvadoreño. 

Nació en San Salvador, la capital. Concretamente a las cuatro y algo del 8 de Enero del 96. O sea que será mayor de edad en poco más de un mes. Allí vivía hasta hace poco bajo el cuidado de su abuela, siendo el menor de cuatro hermanos. Para ser exactos, hermanas. Menos él. Su mamá está en EEUU con su padrastro aunque eso ya lo hemos dicho. Lo que no hemos dicho es que su papá nunca se hizo responsable de nada. Lo conoce pero nada. No hay nada más que decir al respecto.

Erick nos recibió al llegar como si nos conociera de toda la vida. Nos mostró una falsa apariencia arrogante del que te hace saber que ese es su territorio y nosotros acabamos de llegar, al tiempo que nos invitaba a sus juegos burlescos de doble dirección. Y tras lo evidente, la pregunta constante, el interés casi infantil por todo lo que suene a España, por un posible paseo por allí bien recomendado y por sus mujeres. Siempre sus mujeres.

Su mamá está en EEUU. La primera vez que se fue, dejó a Erick siendo un niño de pocos meses, en brazos de su abuela, su verdadera mamá tantos años. Recuerda cuando se fue, pero no cuando volvió. Quizás lo recuerde perfectamente por las historias que le ha contado su mamá, no la de EEUU, sino su abuela. Si recuerda que dormía con ella, jugaba con ella, pasaban ratos y días en la cama. Recuerda mucho cuando se fue la última vez. Pero mucho. 
Ya no volvió nunca, pero le espera en EEUU con su padrastro. 

Recuerda pasar una crisis terrible. Sin luz. Recuerda la luz cortada con tres o cuatro años. Y aquella vez su mamá se fue por segunda vez. Aquella fue la última. Recuerda a su abuela llevándole cogido en sus brazos a la iglesia. Recuerda mucho como iba con su abuela a todas partes.

Erick es el más llamativo de un grupo por su aspecto y su lenguaje corporal y onomatopéyico. Pero es un escudo tras el que se oculta un niño. Un inseguro y tímido adolescente venido a mayor por todo lo que vive y le rodea.

Después de compartir muchos detalles de su vida le viene a la cabeza el día que volvió su madre. Estaba viviendo en Zaragoza, en la Libertad. Estaban jugando fuera, en la calle y la vieron venir caminando. “Mira, es tu mamá”, le dijo la abuela. Ahora él quiere llegar a EEUU a verla antes de Navidad. Sin prisa, pero antes de Navidad. Quiere estudiar, trabajar. Sueña con tener una gran empresa. De cualquier cosa, pero grande y fuerte. Si pudiera elegir un futuro ideal sería tener una empresa.

Quiere subir a EEUU con un coyote. No en el tren. Esa bestia en la que se montó dos veces. De Arriaga en Chiapas, a Ciudad Ixtepec. Y de Ixtepec a Medias Aguas. Donde todo cambió. En ese trayecto los tiraron del tren. Era un 27 de Octubre. Iba con su tío. Lo conocimos. Era buena gente, pero ya no está por aquí.

Erick es un chico a una BlackBerry pegada y pegado a su boca llena de piercings, unas palabras y una inevitable aduana a pagar siempre en forma de saludo burlón, intercambio de frases hechas más o menos asumidas y mucho más. Una BlackBerry que le manda constantemente pitidos que informan de haber recibido un mensaje de su mamá. Esa BlackBerry permanentemente enganchada a la wifi del albergue que es la que le permite responder a su mamá a todas horas, entre canción y canción que gusta tanto de compartir con los demás mientras hace como si esperara algo, sin saber muy bien qué es según pasan los días. Sólo mira y mira, teclea y teclea, porque sabe que en esos mensajes que intercambia con su mamá está la respuesta.

El cuento que Erick nos pidió que contáramos, no incluía inicialmente caminar seis kilómetros después de que los tiraran de tren. Para llegar a Medias Aguas. Ese cuento que no incluía a su tío y a él pidiendo en Medias Aguas en plena madrugada porque no tenían nada, para llegar a la tarde del día siguiente, de vuelta, a Ixtepec. Aquí sabían que se encontrarían bien y podrían estar tiempo. Y aquí estaban. Hasta ayer que Eric se fue. Su tío se fue antes. A arreglar papeles. Eso le dijo. 

Erick nos pidió hace tiempo que contáramos su historia y le prometimos un cuento. Y en los cuentos no salen maras en El Salvador. Ni siquiera deberíamos nombrar a la 13 salvadoreña. Esa mara que subió a las afueras de alguna ciudad al tren. Como treinta y algo de ellos. Armados y preguntando con quién venían. Pidiendo 3.800 dólares porque les iban a llevar hasta el otro lado. La conocida MS-13. En los cuentos nunca se habla de que hubo una contraoferta hondureña y que los miembros de la 13 volvieron y preguntaron si aceptaban la “oferta”. Pero como en este cuento si aparecen dioses. En concreto al que Erick da gracias porque pararon el tren con las palancas y no pasó nada. Sólo les tiraron. Llevaban armas y esperaban cualquier cosa. No pasó nada. Gracias a Dios.

Erick se ríe y siempre nos mira, nos saluda, nos pregunta y se ríe y nos hace reír. Pero, sobre todo, te pide tabaco. Y le das tabaco, y compartes cigarros, y le explicas precios, formas, maneras y sabores… Y vuelve a irse a España. Como con las mujeres.

Sus hermanas mayores nunca han intentado subir. No parece que lo vayan a intentar nunca. La mayor está casada y tiene un niño. Las otras dos están estudiando al cuidado de “mamá” abuela. Le da mucha pena dejarla atrás. Pero tiene que hacerlo. Tiene que seguir sus sueños y encontrarse con su otra mamá. 

Por aquí ha hecho amigos, pero no quiere viajar con ellos, prefiere hacerlo sólo. Me he acostumbrado dice, a hacer las cosas solo. Pero no viaja sólo, lo hace bajo la responsabilidad de su madre, no la suya. De momento. Hasta que pase un tiempo, se haga mayor y tenga que pensar en algo más, y ser más responsable. Todo cambiará cuando sea mayor de edad. Tendrá que responsabilizarse de él. Y en un tiempo más allá, todo cambiará cuando tenga su familia. Pero primero él. Ahora piensa en que encontrará una mujer que le quiera para hacer realidad todos sus planes. No se desespera. No tiene prisa.

Nos veremos en España. Algún día.

Seguramente en un animado bar lleno de españolas...