Me
he afeitado la cabeza. Si mi madre no estuviera muerta, la mataría
de la impresión. Al final he tenido valor. Años planteándomelo y
en el momento más inesperado lo he conseguido. Me he afeitado la
cabeza. Atrás quedan mis rizos rubios. ¡Dios! Si esto lo hubiera
hecho cuando iba al colegio me hubiera ahorrado pasar a la historia
como ricitos de oro. Y no detestaría los ositos por los que
constantemente me preguntaban. Es curioso cómo creo afectos y
desapegos. No me gusta casi ningún animal en especial. No tengo
preferencia por ninguno, pero odio los osos. Estoy convencida de que
los odio por el cuentito de marras. Si hubiera nacido morena no
odiaría los osos. Aunque si hubiera nacido morena también sería
todo hoy muy diferente. Las rubias no somos iguales que las morenas.
No me refiero a la inteligencia ni a polladas de ese estilo, me
refiero a la apariencia. Ya está bien de vender la corrección
política elevada a la máxima potencia en forma de “Todos somos
iguales”. No somos todos iguales. De momento, yo no soy parte
de todos, de momento estamos todos, estamos todas, estáis todas,
estáis todos, están todas… No me vengan con que el físico no es
importante. El físico es importantísimo. Tu vida se ve muy lastrada
(o impulsada por el contrario) por tener un físico determinado. No
hablo de razas, aunque también. Hablo de tamaño, grosores... No
miramos igual ni siquiera a nuestra madre si tiene una gran verruga
en la punta de la nariz. Y quien diga lo contrario, miente. No soy
superficial, más bien todo lo contrario, pero no puedo despreciar la
importancia del envoltorio. Puedes regalarle a alguien la última
obra maestra del cine en dvd y lo único que la diferencia de que se
la copies pirateándola es el envoltorio. Prueba a regalar una mierda
de plástico envuelta en un precioso papel de regalo. No soy
superficial y me he afeitado la cabeza. Y no ha sido por estética,
aunque sea lo que más me va a afectar en unos días. Ha sido un paso
hacia adelante. No sé hacia dónde, pero hacia adelante, seguro.
He
hablado con uno de mis amigos españoles aquí en Ixtepec y me ha
comentado que los designios del Islam indican que a la mujer no le
está permitido afeitarse la cabeza. A diferencia de al hombre. Otra
cosa más que aleja la religión de las personas. Mi párroco allá
en El Salvador siempre se ha sabido que andaba con las maras. Algunos
lo interpretan como un acto de caridad cristiana. Pero yo no podía
soportar ver a quién mató a mi hijo comulgando en el mismo sitio
que lo hacía yo. No sé si me reconocerá con la cabeza afeitada,
como lo hizo aquel día. Seguramente el ser rubia no me haya ayudado
a pasar inadvertida por sitios donde los cabellos claros son casi
exclusividad de los extranjeros.
Ya
casi no sueño con lo que pasó. Y digo casi, porque no me ataca
todas las noches en forma de pesadilla terrible. Cuando vives algo
así no hay manera de quitártelo de la cabeza nunca. Quizás no
quiera quitármelo inconscientemente. Seguramente sea gasolina para seguir
adelante. Tenerlo ahí. Siempre presente. Aunque esté ausente todo
por lo que luchar y caminar. Sólo me tengo a mí misma, pero
caminaré y lucharé mientras pueda por el recuerdo de los que me
hacían luchar por ellos simplemente al ver sus miradas. Ahora me han
contado que lo de afeitarme la cabeza tiene muchos significados en el
mundo de los sueños. Verse en un sueño con la cabeza afeitada y en
invierno, señala pesadumbre y aflicciones o enfermedades. Afeitarse
donde no corresponde es un mal presagio. Al menos yo lo he hecho en
la realidad y con un poco de calor. Una cabeza afeitada en un
sueño también representa cumplir una promesa; es asimismo una
seguridad ante un peligro; cortarse el pelo en viaje de peregrinación
es pagar una deuda o un triunfo. Específicamente, si una mujer sueña
que se ha afeitado la cabeza se traduce por mala reputación, pero si
lo hace como una promesa es un buen augurio. No lo sé. Ni me prometo
ni sueño nada ya. Sólo me he afeitado la cabeza. También se indica
que si en el sueño se es invitada por alguien a cortarse el cabello,
significa que su marido tiene otra mujer en secreto y que la obtuvo
por la intermediación de esa persona que te invita, que será con
quien tendrás el disgusto. Mi marido tenía otras mujeres. Creía
que era en secreto. Pero eso da igual ya. Dicen que ver en sueños a
una mujer con la cabeza afeitada indica divorcio, muerte,
separación... Yo quiero verme todos los días cuando me mire al
espejo, me da igual lo que significaría si en lugar de cada mañana fuera cada noche al dormir. Me gustaría que mi marido, pese a todo
volviera a soñar. Volviera a soñar conmigo ahorita mismo. Porque
cuando un hombre sueña que la melena de su esposa está cortada en
forma no habitual, es signo de que no le dará hijos jamás. Porque
si no le doy hijos, no volveré a perderlos. No volverán a
arrebatárnoslos jamás.
Otro
de los españoles me comenta que fueron los romanos los que
introdujeron la costumbre de rasurar completamente la cabeza como
símbolo de humillación, especialmente en las mujeres que mantenían
relaciones amorosas con el enemigo. Yo ya no tengo enemigos porque no
quiero malgastar unas fuerzas que voy a necesitar en el camino en
odiar a nadie. Tampoco sé quiénes eran los romanos ni creo que
pueda sufrir más humillaciones ya en mi vida. Cuando se ha perdido
todo, de lo que menos te preocupas es de la dignidad. Porque la
dignidad más grande que tienes es levantarte cada día y seguir
adelante. Y continuar persiguiendo un sueño. Aunque parezca una
pesadilla. Durante el reinado del faraón Akenaton, la reina
Nefertiti puso de moda el "estilo nubiano' que dictaba que todas
las mujeres se afeitaran la cabeza completamente. Yo no quiero
parecerme a todas las mujeres. Yo sólo quiero saber que soy una
mujer que tiene fuerzas para seguir adelante.
Por
eso, o por todo lo contrario, me he afeitado la cabeza...